jueves, 23 de septiembre de 2010

¿Quién dijo miedo?

“En ocasiones, las cosas que nos dan más miedo son las que nos hacen más felices.”

Declararnos, ser padres, casarnos, cambiar de trabajo. Son cosas que asustan un poco o mucho, pero que una vez hechas nos dan muchísima felicidad.

Claro que si la chica dice que no, nuestros hijos son unos gamberros macarras, nuestro matrimonio un fracaso y el nuevo jefe es aun más cabrón que el anterior, la felicidad se nos va a hacer puñetas y el susto es, si cabe, mayor.

Así que, cuando algo nos asusta, ¿qué debemos hacer?

a) Correr.
b) Enfrentarnos al miedo.
c) Correr más rápido.


viernes, 17 de septiembre de 2010

Una mamá nueva en el chino de la esquina


Es cierto que los chinos nos están invadiendo, a la chita callando y sin que nos demos cuenta.
Pero lo último de lo último no es que tengan un banco propio, no, es que venden mamás de recambio.
El otro día, cuando mis hijas estaban a punto de matarme por asfixia, provocada por besos y apretones, les digo:
-Me vais a matar y os vais a quedar sin madre.
-Pues nos compramos otra- dicen.
-¿Y dónde venden madres sustitutas?-les pregunto.
-En el chino- Y se quedaron tan anchas.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Ponerse de perfil y cruzar los dedos


Con la que está cayendo mejor ponerse de perfil.

Yo he decidido estar muy quieta, que se note que estoy pero sin mucho ruido, porque visto lo visto como digas o pidas algo la respuesta es el despido.

Una técnica, en esta época, para conservar el puesto de trabajo parece que es estar calladito, trabajar mucho, por lo menos que lo parezca y tocar las narices poco. Como se te ocurra pedir cualquier cosa, una reducción de jornada, cambio de turno, jornada continua, incluso una baja por enfermedad, la respuesta casi segura es el despido.

Y la otra técnica, consiste en cruzar los dedos y decir tres veces: “Que no me toque a mi, Que no me toque a mi, Que no me toque a mi”

miércoles, 1 de septiembre de 2010

¿TIRAMOS PIEDRAS?

Nunca me gustó la guardería y cuando empecé el cole planeaba con mi abuela que un día iríamos a la puerta de “El descanso de Mamá”, que así se llamaba, y tiraríamos piedras.

Ayer pasamos por la puerta del edificio donde está mi despacho y mi marido me preguntó: ¿Tiramos piedras?. Ganas no me faltaron, pero finalmente se ha impuesto la cruda realidad y he vuelto a trabajar. Ha sido inevitable, mejor así.